¿Qué es T.E.A.?

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y dura toda la vida. Afecta en la forma en la que el niño ve el mundo, procesa la información, en cómo se comporta, interactúa con otros, se comunica y aprende.

Mientras que algunos niños con TEA pueden presentar dificultades de aprendizaje, otros, tienen capacidades intelectuales iguales o superiores a la media.

Este trastorno podría ser definido como una profunda alteración de diferentes funciones del sistema nervioso central, convirtiéndolo en una discapacidad de expresión múltiple, es decir, con una gran variedad de grados y niveles, lo que da lugar en la actualidad a tener que manejar el concepto de Trastornos del Espectro Autista.

Estas alteraciones afectan a varios ámbitos del desarrollo como la interacción social, la comunicación, el lenguaje, el pensamiento o la imaginación

¿Cómo es el niño con T.E.A.?

Los niños con TEA suelen tener problemas con las habilidades sociales, emocionales o de comunicación. Pueden repetir determinados comportamientos o no querer cambios en sus actividades diarias. Las personas con TEA tienen diferentes formas de aprender, prestar atención o reaccionar ante las cosas. Algunos de los signos comienzan durante la niñez temprana y, por lo general, duran toda la vida.

Los niños con TEA pueden presentar las siguientes características:

  • No señalar los objetos para demostrar su interés (por ejemplo, no señalar un avión que pasa volando).
  • No mirar los objetos cuando otra persona los señala.
  • Tener dificultad para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés por otras personas.
  • Evitar el contacto visual y querer estar solo.
  • Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar de sus propios sentimientos.
  • Preferir que no se los abrace, o abrazar a otras personas solo cuando ellos quieren.
  • Parecer no estar conscientes cuando otras personas les hablan, pero responder a otros sonidos.
  • Estar muy interesados en las personas, pero no saber cómo hablar, jugar ni relacionarse con ellas.
  • Repetir o imitar palabras o frases que se les dicen, o bien, repetir palabras o frases en lugar del lenguaje normal.
  • Tener dificultades para expresar sus necesidades con palabras o movimientos habituales.
  • No jugar juegos de simulación (por ejemplo, no jugar a “darle de comer” a un muñeco).
  • Repetir acciones una y otra vez.
  • Tener dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
  • Tener reacciones poco habituales al olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el sonido de las cosas.
  • Perder las destrezas que antes tenían (por ejemplo, dejar de decir palabras que antes usaban).

Características

Los TEA afectan en la forma en la que el niño ve el mundo, procesa la información y actúa con otras personas. Les resulta difícil desarrollar relaciones sociales, comunicarse y tener pensamiento abstracto. Estas alteraciones afectan a varios ámbitos del desarrollo:

Alteraciones en la interacción social

  • No comprenden la comunicación no verbal (gestos, expresiones faciales, posturas corporales…).
  • Les resulta difícil comprender las convenciones y normas sociales.
  • Tienen dificultades para compartir sus emociones, pensamientos e intereses.
  • Les cuesta hacer amigos, desarrollar juegos o deducir las intenciones de los demás.
  • El mundo social no es fácil para ellos, mostrando en ocasiones falta de interés y aislamiento.
  • Tienen intereses reducidos y limitados.
  • Presentan falta de empatía con los demás

Alteraciones en la Comunicación

  • Tienen dificultades para comprender y expresar mensajes orales.
  • Pueden carecer de lenguaje, o comenzar a hablar e ir perdiendo lenguaje posteriormente.
  • Tienen ecolalias (repetición de palabras o frases a modo de eco).
  • Presentan dificultades con el tono, el ritmo y la entonación en el habla o la lectura.
  • Muestran dificultades conversacionales con temas e intereses repetitivos.
  • Les resulta difícil establecer contacto ocular o comprender gestos y posturas de sus interlocutores.
  • No entienden frases con doble sentido, metáforas o bromas.
  • No utilizan el lenguaje de manera social para compartir experiencias.
  • Les resulta complicado iniciar o mantener una conversación.
  • Tiene una escasa o ausente comunicación no verbal (expresiones, gestos, posturas…).

Alteraciones en comportamiento, actividades e intereses.

  • No comparten intereses con los demás.
  • Tienen intereses especiales e infrecuentes para su edad (fascinación por piezas giratorias, partes de objetos, texturas, etc.).
  • Pueden aparecer estereotipias (balanceo, aleteo, giros sobre uno mismo, etc.).
  • Presentan ansiedad con los cambios de rutina o de entorno.
  • Su pensamiento simbólico es limitado, lo que dificulta la imaginación, fantasía y por tanto la espontaneidad.
  • Pueden tener comportamientos rígidos u obsesivos (alinean objetos, necesitan un entorno estructurado, no se adaptan a los cambios…)
  • Pueden ser hipersensibles a los estímulos sensoriales lo que explica conductas como taparse los oídos, no tolerar ciertos alimentos o texturas, rechazar el contacto físico, autoestimularse con reflejos ópticos, etc.

Diagnóstico

El autismo es un trastorno del desarrollo infantil, que suele manifestarse en los tres primeros años de vida, con la ausencia o desviación del desarrollo típico esperable en el niño, como son las competencias para comportarse, relacionarse, comunicarse o jugar con otras personas de su entorno.

Puesto que no existe una prueba médica que diagnostique de manera segura e irrevocable la existencia o inexistencia de un TEA, el diagnóstico ha de hacerse a través de la observación de la conducta del niño, su historial y aplicando una batería de pruebas médicas y psicológicas que detecten los signos del autismo.

Aunque el juicio clínico está basado en la observación del niño, también contamos con sistemas estructurados para la obtención de la información que da más fiabilidad a la clasificación diagnóstica. Uno de estos instrumentos de evaluación para la detección temprana de los Trastornos del Espectro Autista es el M-Chat, un test que puede ayudar a la primera detección, encaminando a padres y profesionales hacia la búsqueda de un diagnóstico especializado entre los 18 y 24 meses de edad, que consiste en un cuestionario de preguntas a los padres.

También contamos con otros sistemas estructurados para la obtención de información, como es la entrevista ADI-R y sistemas estructurados de observación como el ADOS-G

¿Qué necesita el niño con TEA?

Los niños con autismo necesitan que tú…

  • Proporciones mundo estructurado y predecible, donde sea posible anticipar lo que sucederá.
  • Des señales claras, digas frases cortas y gestos evidentes.
  • Evites ambientes bulliciosos, hiperestimulantes y complejos.
  • Evalúes sus capacidades de manera objetiva.
  • Proporciones medios para comunicarse como gestos, imágenes, signos…
  • Muestres de forma clara lo que le pides que haga.
  • Procures atraerlos con suavidad a las interacciones sociales y ayudarles a participar.
  • No interpretes su actitud de forma negativa o presuponiendo malas intenciones.
  • Intentes comprender la lógica de sus acciones, incluso de las más extrañas.
  • Enfoques la educación y el tratamiento de manera positiva.
  • Pongas límites, facilitando la comprensión normas y por tanto la regulación de su conducta.
  • Proporciones experiencias de aprendizaje sin errores, basadas en el éxito.
  • Evites ayudas excesivas.
  • Plantees actividades funcionales, que le resulten útiles en su día a día.

Las personas con TEA deben ser tratadas y consideradas como personas capaces de alcanzar metas como la autonomía y la independencia. El desarrollo de su potencial, depende de que se proporcionen apoyos adecuados, tempranos y mantenidos. Todos deben tener un diagnóstico en edad temprana y un tratamiento apropiado, acorde con los estándares médicos aceptados internacionalmente. Además, deben tener acceso a servidos sanitarios ordinarios y recibir los cuidados apropiados a sus necesidades.

Para las personas con TEA, la educación es indispensable para compensar sus dificultades, por tanto, deberían ser remitidos a sistemas educativos adecuados desde la etapa pre-escolar. Una educación especializada, debería implicar al niño en actividades educativas adecuadas a su desarrollo, basadas en sus intereses y necesidades.

Generalmente, a medida que estas personas se acercan a la edad adulta, tienden a estabilizar su conducta, mejorando las relaciones sociales y desarrollando en mayor medida su autonomía personal. A pesar de ello, es probable que no sea suficiente para adaptarse completamente a las demandas que plantea nuestra sociedad, y necesitarán apoyo a lo largo de toda su vida. Los programas de educación especializada, el desarrollo de habilidades adaptativas y la coordinación entre profesionales, familias e instituciones públicas y privadas son el camino idóneo para una inserción social adecuada y una calidad de vida en igualdad al resto de los miembros de la comunidad.