¿QUÉ ES A.B.A?

Las siglas A.B.A. (Applied Behavior Analysis), en español “Análisis del Comportamiento Aplicado”, es la ciencia de la comprensión y la mejora del comportamiento, basada en unos principios de aprendizaje y técnicas conductuales que buscan una mejora significativa en el comportamiento del niño.

Su efectividad para el tratamiento de niños con T.E.A. (Trastorno del Espectro Autista) ha sido demostrada en investigaciones científicas y es reconocida a nivel mundial.

Los objetivos de A.B.A. están centrados en la enseñanza de nuevas habilidades, la generalización de las mismas y la extinción de comportamientos disruptivos o no deseados.

¿DE DÓNDE PROVIENE EL MODELO A.B.A.?

Este modelo proviene de E.E.U.U., concretamente de las investigaciones sobre conducta verbal llevadas a cabo por el psicólogo B. F. Skinner, vertidas en su libro “Verbal Behavior”, obra publicada en 1957. Posteriormente, en 1987, el Doctor Ivar Lovaas, del departamento de Psicología de la Universidad de Los Ángeles, demostró que las conductas de los niños con TEA se podían modificar con intervenciones basadas en el modelo A.B.A. consiguiendo beneficios significativos tras un periodo de terapia.

El análisis de conducta ha experimentado una expansión notable en los últimos años, debido a su desarrollo teórico y la difusión de procedimientos de intervención eficaces. Existen más de veinte ensayos clínicos independientes realizados en Estados Unidos, Reino Unido, Noruega, Argentina, Israel y Australia que muestran la eficacia de este método en la mejora de las actividades diarias, rendimiento escolar y habilidades de comunicación.

¿CUÁLES SON LOS PRINCIPIOS BÁSICOS DEL MODELO A.B.A?

  • Análisis de tareas.
  • Descomposición de habilidades en pequeños objetivos.
  • Uso de reforzadores efectivos.
  • Planificación.
  • Procedimientos sistemáticos.
  • Registro.
  • Evaluación continua.
  • Implicación familiar.

La intervención ABA no es un “patrón” de trabajo que se aplica de forma indistinta a cualquier niño, independientemente de sus características personales, sino que el tratamiento es individualizado en cada caso, adaptándose a cada persona, aunque manteniendo siempre los principios anteriormente mencionados.

El trabajo que se hace con el niño consiste en descomponer en pequeños objetivos la tarea que queremos que sea aprendida y le enseñamos cada una de ellas, simplificando así su aprendizaje. Formulamos objetivos claros, organizados en tareas simples, para que la evolución pueda ser evaluada permanentemente. Una vez conseguidos los objetivos, se plantean otros nuevos, generando así una red de competencias cada vez más amplia. El objetivo final es un desarrollo armonioso en el niño y el mayor grado de autonomía, promovido desde un ambiente de trabajo agradable y motivador para nuestros pequeños.

La implicación familiar resulta clave en el proceso, siendo muy importante la coordinación entre padres, terapeutas y otros agentes relacionados, para que los aprendizajes adquiridos durante la terapia tengan una continuidad en el seno familiar y sean generalizables a otros contextos.

¿A QUIÉN VA DIRIGIDO?

Los niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista) son los que más se benefician de un programa educativo basado en el modelo A.B.A, ya que por tener una forma especial de procesar y comprender la información requieren de una enseñanza sistemática, basada en el refuerzo positivo y en una motivación externa que les permita regular su conducta y adquirir nuevas competencias.

Por otro lado, este tipo de intervención es indicada en niños con otros trastornos del aprendizaje y/o del desarrollo que presenten diferentes alteraciones en la atención, la memoria, la percepción, el lenguaje, la resolución de problemas o la interacción social.

FACTORES A TENER EN CUENTA PARA UN TRATAMIENTO EXITOSO:

  • El tratamiento debe ser individualizado, abordando las dificultades del niño y adaptándose a su perfil de aprendizaje.
  • Conseguir un alto grado de motivación a través del refuerzo, que debe estar sometido a continuos ajustes, para que continúe resultando efectivo como herramienta clave en la regulación de la conducta.
  • La intervención debe ser lo más temprana posible, lo ideal es comenzar el tratamiento tan pronto como se presente un diagnóstico.
  • Para favorecer un mayor impacto de intervención, debemos transformar los contextos más inmediatos al niño en un ambiente educativo continuo.
  • La formación e involucración de la familia en la terapia es imprescindible para garantizar la generalización y funcionalidad de los aprendizajes.
  • El plan de trabajo debe ser global, abarcando todas las áreas del desarrollo.